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Comunicado COEESCV en relación a víctimas de violencia machista

Comunicado COEESCV en relación a las víctimas de violencia machista y el papel de la Educación Social para intervenir en la infancia, presente y futura, para inculcar el respeto y reconocimiento mutuo entre hombres y mujeres, el cariño, la tolerancia, la aceptación propia y a los demás, y la libertad individual como los valores base para una sociedad sin violencia en general, y muy concretamente, sin violencia de género. 

COMUNICADO COEESCV

València, 6 de abril de 2022

  • Con el corazón en un puño. Así nos quedamos al leer las noticias, que de nuevo nos hacen lamentar víctimas de violencia machista
  • Domingo, 3 de abril de 2022. Un padre mata a su hijo de 11 años.
  • Lunes, 4 de abril de 2022. De nuevo, una mujer es asesinada por su expareja. Su compañero actual, gravemente herido.
  • Martes, 5 de abril de 2022. Una joven de 14 años es asesinada en el edificio en el que vivía. El presunto autor del asesinato tiene antecedentes por agresión sexual.

Casi a diario nos sacuden noticias como estas. E, inevitablemente, surgen muchas preguntas. 

 

Sobre ellos, los ejecutores.

¿Qué hace a un machista terminar siendo asesino hasta de sus propios hijos e hijas? ¿Son enfermos mentales sin diagnosticar? ¿Por qué “falla” el sistema judicial, si existen órdenes de alejamiento vigentes? ¿Saben las madres del peligro que corren sus niños y niñas? ¿Es que no pueden ellas evitarlo de ninguna manera...?

 

Sobre nosotros y nosotras, miembros de una sociedad que se tiene por libre, justa y democrática.

¿Qué pensamos y sentimos cuando nos enteramos? ¿Hay reacción, o nos estamos insensibilizando ante tantos actos aberrantes? ¿Nos planteamos si sabemos o nos interesan la causa o causas que los provocan? ¿Estaremos normalizando lo innormalizable...?

 

Ninguna tiene una respuesta fácil. Todas ellas mueven a la reflexión. Para ayudarnos, podemos revisar algunas ideas que conocemos, gracias a quienes han estudiado, investigado y comparado casos, experiencias y evidencias.

 

Se sabe que la violencia vicaria, aquella que se ejerce sobre los seres queridos de la persona a quien se quiere dañar, es uno de los recursos que utilizan los maltratadores machistas una vez sienten que han perdido el dominio sobre las mujeres que creen que les pertenecen o pertenecieron, antes y después de que la relación ya esté rota. También tienen la creencia de que les pertenecen sus hijos e hijas y, a veces, no entienden ni aceptan que quieran más a sus madres que a ellos, porque no son conscientes, entre otras cosas, de que el cariño hay que ganárselo, que no viene en los genes. Y ellos, que nunca se han preocupado por darles amor a los pequeños y pequeñas, lo exigen por derecho.

 

Es una realidad también que el sistema judicial es susceptible de mejorarse, por ejemplo y evidentemente, si se cruzasen los datos de los distintos juzgados para que en todos ellos se dispusiese de información actualizada sobre el estado de otras causas o procedimientos abiertos. Pero también si tanto jueces y juezas, como fiscales y profesionales de la abogacía, tuviesen una formación en cuanto a las variables que implica un proceso de violencia de género para las mujeres y sus hijos, que les ayudase a enfocar adecuadamente el tan mencionado “bien superior del menor”, ese por el que muchas madres pelean en solitario y sin éxito ante los tribunales, como el reciente caso mediático de Juana Rivas

 

Otro punto para someter a cuestión sería si endurecer las penas a los culpables tendría un efecto social disuasorio a corto, medio o largo plazo. Y si individualmente ese castigo sería o no contraproducente, considerando que los maltratadores violentos entiendan realmente el alcance de su acto, no ya en la consecución de su objetivo de dañar, sino en lo que significa cortar de cuajo la vida de un ser que apenas ha empezado a vivir, y al que se supone que debían amar como su hijo o hija que eran.

Probablemente, ellos mismos tampoco tuvieron mucho amor mientras fueron niños. Quizá crecieran en un entorno hostil y violento, bajo el dominio de los hombres y la sumisión de las mujeres, y en el que vieron, aprendieron y debieron sobrevivir, física y emocionalmente.

 

Es por eso por lo que desde el COEESCV estamos convencidos de que debemos intervenir en la infancia, en la generación actual y en las venideras, para inculcar desde edades muy tempranas el respeto y reconocimiento mutuo entre hombres y mujeres, el cariño, la tolerancia, la aceptación propia y a los demás, y la libertad individual como los valores base para una sociedad sin violencia en general, y muy concretamente, sin violencia de género.