Ya puedes leer el artículo ‘¿Felices Navidades?' publicado ayer en Levante -EMV.
ARTÍCULO:
Feliz Navidad proclaman carteles luminosos por doquier. Felices Fiestas nos dicen los publicistas, ávidos de clientes que consuman. Feliz Año Nuevo, como si el cambio de año fuera a modificar las diferentes realidades que nos acompañan… Y con todos estos mensajes vacios, la ciudadanía tenemos que lidiar durante casi dos meses, ya que cada vez comienzan antes a vendernos esa falsa felicidad constreñidora sobre la que gira esta sociedad, en la que se priman más los gastos que los gestos; el individualismo que la solidaridad; la competencia que la empatía…
Nos felicitamos las fiestas, pero no somos capaces de preguntar a esa persona triste que viaja en nuestro vagón del metro si se encuentra bien… Compramos comida y regalos como si tuviéramos un planeta de infinitos recursos, pero nos cuesta prestar ayuda o nos incomoda cuando nos encontramos con personas en situaciones de necesidad. Entramos en esta espiral consumista y de falsas felicidades inmediatas, sin hacer una reflexión sobre lo que todo esto puede significar para tantas y tantas personas que no tienen las condiciones para participar en la celebración: personas que viven en la calle; niños, niñas y adolescentes que por el motivo que sea están en una institución; mujeres víctimas de violencia de género que han tenido que abandonar su hogar; personas mayores que viven en residencias; jóvenes en pisos de emancipación; personas migradas acogidas en centros; personas hospitalizadas, internadas, encarceladas…
Todas ellas tienen en común que, en estos días difíciles al igual que el resto del año, tendrán cerca un profesional esencial que les acompañará e intentará hacer un poco más llevaderos estos momentos en los que la soledad se hace más dura. Profesionales, entre ellos los de la Educación Social, que trabajarán cada día para acompañar, para facilitar, para escuchar, en definitiva, para hacer una intervención socioeducativa… 365 días al año, 24 horas al día, 7 días a la semana. Desde aquí quiero aprovechar para darles las gracias por tanto. Gracias por todo: por su profesionalidad, por su vocación, por ser y estar en todo momento, en cualquier situación, sin pausa y con ilusión. Porque acompañar a las personas no es tarea fácil, aunque parece que esto de lo social puede hacerlo cualquiera y en estas nos vemos en tantas ocasiones cuando el intrusismo nos acecha. Pero este no es tema de hoy, aunque mucho hay que hablar sobre ello… Tal vez en mi siguiente artículo…
